La igualdad de género es un principio constitucional que estipula que mujeres y hombres son iguales ante la ley. Esto significa que todas las personas tenemos los mismos derechos y deberes frente al Estado y la sociedad en su conjunto. Promover la igualdad de género es fundamental en cualquier ámbito de la sociedad.
Sin embargo, hoy en día, todavía estamos a años luz de alcanzar la igualdad de género real. Esto lo demuestran las cifras de ONU Mujeres. Según la organización, más de 2.000 millones de mujeres no tienen las mismas oportunidades de empleo que los hombres y a este ritmo nos llevará cerca de un siglo lograr una igualdad efectiva entre ambos sexos.
Si bien es una lucha que ellas deben protagonizar, los hombres pueden y deben apoyar a la causa. Las mujeres merecen tener un espacio en el que puedan reclamar unos derechos simplemente tan dignos como aquellos de los que gozamos los hombres.
¿Acaso alcanzar una sociedad en la que todo el mundo tenga acceso a las mismas oportunidades no nos beneficia? Oponerse a una causa que busca la igualdad de oportunidades deja al descubierto la comodidad que se ha asentado en las personas pertenecientes a los grupos favorecidos y la falta de intención de abandonar estos privilegios, aunque sea para compartirlos con el resto de la sociedad. Y es que estos beneficios sólo constituyen una venda que oculta la realidad de los grupos desfavorecidos.
La legislación no es la única vía por la que la igualdad ha de alcanzarse. Esta ha de corresponderse a una realidad cotidiana en la que las personas hayan incorporado el concepto de igualdad de derechos y oportunidades como un imprescindible. Es aquí donde podemos tomar partido: en las acciones que día a día permiten a las mujeres que nos rodean deshacerse de aquellos cargos, etiquetas o tareas que les han sido impuestas a lo largo de los siglos solo por motivos de género. El ser consciente de las desigualdades es el primer paso para actuar contra ellas y para esto es necesario oír lo que ellas tienen que decir. Solo ayudando al otro a subir estaremos al mismo nivel, eso es la equidad, eso es la igualdad.
Para conseguir que esto se haga realidad hay diversas acciones que podemos llevar a cabo: repartir las tareas del hogar o las responsabilidades con la familia, plantarse ante los discursos machistas y cuestionar los prejuicios asociados al género o, también, implicarnos en la educación de nuestros menores. En todos estos casos podemos tomar partido y procurar que la igualdad de condiciones sea la base de nuestras acciones.
Por último, esta práctica en nuestra vida diaria debe ir acompañada de un interés por abordar la base teórica de todo aquello que constituye la lucha por la igualdad, teniéndolo aún más en cuenta si queremos implementarlo a gran escala. En Teis ponemos al servicio de las organizaciones nuestros cursos de formación en igualdad de género de la mano de profesionales con gran experiencia, realizando cursos online o presenciales para que podamos seguir luchando por la igualdad efectiva entre hombres y mujeres.
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